Cuando hay una infección o inflamación de la vulva y la vagina, hablamos de vulvovaginitis.
Los síntomas suelen ser irritación, picor, ardor y enrojecimiento de la zona. Además, el flujo cambia de color, es más abundante y también puede cambiar su olor.
Las vulvovaginitis pueden ser provocadas por bacterias, hongos y virus; en este caso, hablamos de vulvovaginitis infecciosas.
También pueden ser no infecciosas, cuando la causa es una alergia, un traumatismo o cuando se deben a sequedad vaginal.
Hay factores que predisponen a padecer vulvovaginitis; uno de ellos es la alteración del pH vaginal debido a una higiene inadecuada, al uso de antibióticos y de ciertas sustancias o bien por el embarazo.
Al alterarse el pH, se produce un desequilibrio de la flora vaginal normal y ello hace que se facilite la proliferación de microorganismos nocivos.
Una de las causas más frecuentes de vulvovaginitis infecciosa es la candida albicans, un hongo que, en condiciones normales, “vive” en la vagina sin ocasionar problemas, pero que, si crece demasiado, ocasiona la infección.
Los síntomas típicos de la candidiasis vaginal son ardor, intenso picor, dolor al mantener relaciones sexuales, flujo vaginal abundante y blanquecino, de aspecto similar al yogur y enrojecimiento de vulva y de vagina.
Es importante no automedicarse y acudir a consulta para un correcto diagnóstico y así poder realizar el tratamiento adecuado desde el principio.
Cuando aparecen más de tres episodios de candidiasis vaginal, hablamos de candidiasis de repetición, para la cual hay pautas preventivas que buscan reducir al máximo el número de infecciones.
Una de estas pautas es la administración de probióticos (bien vía vaginal o vía oral), que son microorganismos protectores frente a las infecciones, de los que los más conocidos son los Lactobacilos.
Los prebióticos, por otra parte, son componentes no digeribles de los alimentos, que estimulan el crecimiento de los probióticos. El principal prebiótico es la fibra.
Tanto los probióticos como los prebióticos se pueden administrar como tratamiento preventivo de la candidiasis o prescribirlos junto con el tratamiento curativo (los antifúngicos) para que así la vagina se recupere mejor de la infección.