El láser genital consiste en dirigir un haz de luz hacia las caras anterior y posterior de la vagina, mediante una sonda vaginal. La luz del láser incrementa la temperatura de los tejidos haciendo que aumente la producción y remodelación del colágeno, que es la proteína responsable de que los tejidos tengan firmeza y estén tersos.
El láser aplicado a las paredes vaginales mejora el tono, la consistencia, la circulación y el espesor de la mucosa vaginal.
¿Qué mujeres necesitan el tratamiento con láser?
- Mujeres que presentan sequedad vaginal por estar viviendo la menopausia o por haber recibido tratamientos que disminuyen la lubricación de las paredes vaginales.
- Cuando aparecen escapes de orina al toser, reír, estornudar…, algo común en edades avanzadas y tras los embarazos.
- Casos en los que la vagina está muy dilatada, de forma que las relaciones sexuales no son satisfactorias.
- Cuando la vejiga, el recto o el útero no están correctamente sujetos y descienden por el canal vaginal produciendo sensación de peso o de “bulto en vagina”.
- Presencia de cicatrices retráctiles o dolorosas tras un parto o una cirugía de la vulva o vagina.
En general, la aplicación de esta técnica permite solucionar estos problemas y mejora tanto la calidad de vida como la autoestima.
¿Cuánto dura el tratamiento?
Cada sesión dura entre 15 y 20 minutos y suele ser necesario realizar tres sesiones separadas entre uno y dos meses.
Antes de comenzar, una media hora antes, la paciente debe acudir a consulta para que se le aplique una pomada anestésica, si bien no se trata de un procedimiento doloroso.
Según el tipo de paciente y sus hábitos, puede ser necesaria una sesión de mantenimiento entre seis y doce meses después de la última sesión.
Los resultados se notan al cabo de una semana y son duraderos.
Contraindicaciones
No puede aplicarse a mujeres embarazadas y tampoco se aconseja en caso de problemas de coagulación.
No se realiza el tratamiento durante la regla o si existe una infección vaginal.
Efectos secundarios
Es un método seguro y eficaz, ya que la luz del láser se dosifica de forma precisa.
Asimismo, no es molesto ni doloroso y se puede practicar en la misma consulta, evitando pasar por quirófano. Tampoco genera cicatrices ni sangrado.
Se puede hacer vida normal inmediatamente después del tratamiento y se pueden tener relaciones sexuales a la semana de haber aplicado el láser.