El himen es una membrana elástica que cubre una parte de la entrada de la vagina.

No se ve a simple vista. Para verlo hay que estar tumbada boca arriba y separar los labios menores. Cada mujer tiene un himen diferente tanto de forma como de tamaño.

Hay mujeres que nacen sin himen y hay casos en los que se rompe de forma accidental o al practicar ciertos deportes (equitación, ciclismo, gimnasia). Por eso no tiene relación con la “virginidad”.

De hecho, se puede haber practicado sexo anal y sexo oral y el himen seguirá íntegro, pues no ha habido penetración vaginal. Tampoco la masturbación tiene por qué romper el himen.

Un himen elástico puede resistir la penetración (bien del pene o de otros objetos) y no romperse hasta el momento del parto. Hay incluso chicas que temen usar tampones por si se rompe el himen, pero no es habitual que eso ocurra.

 

 

A diferencia de lo que suele creerse, sólo la mitad de mujeres que tengan relaciones sexuales vía vaginal van a sangrar la primera vez.

Todo ello nos viene a decir que la integridad del himen está sobrevalorada en algunas culturas.

En el 0,1% de recién nacidas hallamos lo que se denomina himen imperforado. Es decir, que la membrana del himen es tan gruesa que hay que recurrir a cirugía para abrirla; a veces, esto no se descubre hasta el momento de la pubertad, cuando la sangre menstrual no sale y queda retenida en la vagina.

Pueden pasar uno o dos meses en los que la niña tiene fuertes dolores sin aparecer sangrado y éstos empeoran con la micción y la defecación. Al acudir al ginecólogo, se aprecia una protrusión del himen de color oscuro debido a la sangre retenida y por ecografía se ve sangre acumulada dentro del útero.

El himen, además, puede ser reconstruido con un procedimiento que puede realizarse con unos puntos de sutura o bien usando un colgajo de mucosa vaginal.

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