La menopausia es una parte de la vida de la mujer, que implica unos cambios físicos y psicológicos, unos beneficiosos pero otros molestos y que hemos de afrontar.

Un 25-30% de mujeres menopáusicas tiene síntomas moderados-severos y, de éstas, solo un 2% recurre a la terapia hormonal.

Todavía las mujeres sufren los síntomas de la menopausia por existir un temor a recibir hormonas, pues existe la creencia que provocan cáncer o que aumentan el riesgo cardiovascular, pese a que hay numerosas publicaciones que dejan claro que se puede prescribir este tratamiento con la formulación y dosis adecuadas, seleccionando qué pacientes son candidatas a recibirlo.

 

TRATAMIENTO HORMONAL SUSTITUTIVO FEBRERO 2018

 

El papel de la mujer en la sociedad ha cambiado, estamos más activas y más presentes en las instituciones y en las profesiones antes reservadas a los hombres; por ello, hemos de estar en las mejores condiciones físicas y mentales posibles, y, a la vez, sentirnos bien con nuestro cuerpo, vernos atractivas aunque pasen los años.

El tratamiento hormonal sustitutivo ha tenido mala prensa en la sociedad, debido a la publicación, hace varios años, de unos estudios que le atribuían importantes riesgos para la salud, como el aumento del cáncer de mama y el riesgo tromboembólico. Estos estudios fueron divulgados en los medios de comunicación y se creó una corriente en contra de esta terapia. A la vez, múltiples laboratorios lanzaron tratamientos fitoterápicos alternativos que, si bien tienen un papel importante y son eficaces en muchos casos, no ejercen el mismo mecanismo de acción.

Uno de los problemas a los que se enfrenta la mujer menopáusica es la aparición de osteoporosis: los huesos se descalcifican y debilitan, aumentando el riesgo de fractura. En Europa es más probable que una mujer sufra una fractura de cadera (40%) que padecer un cáncer de mama (12%).

También aparece lo que denominamos “Síndrome Genitourinario”, que es un conjunto de síntomas que afectan a la vagina (sequedad, irritación, dolor, cambios en el pH, dolor con las relaciones sexuales), a la vejiga (incontinencia, aumento de la frecuencia urinaria teniendo incluso que levantarse por la noche a orinar)

Otros síntomas atribuibles a la menopausia y muy molestos, por cierto, son los sofocos, el insomnio y la irritabilidad (la mujer nos dice que se enfada por todo, está más susceptible,…) o la depresión.

La causa fundamental de todo ello es la falta de secreción de estrógenos por los ovarios.

Si se inicia a tiempo el tratamiento, evitamos que aparezcan estos problemas y, si aparecen, su repercusión es mínima.

El tratamiento hormonal sustitutivo se puede administrar por diferentes vías: oral, a través de la piel (en forma de crema , de líquido pulverizado en spray o mediante parches) y vía vaginal

Uno de los últimos tratamientos que ha salido al mercado es el estradiol administrado mediante un pulverizador sobre la piel. Puede aplicarse en un área limpia y seca del antebrazo o de la parte interna del muslo , es transparente y se seca en dos minutos sin dejar residuos en la piel ni manchar la ropa.

                                              

A las dos semanas se pueden notar ya los efectos.

Dispone de tres posologías distintas, según la clínica de la paciente.

Son tributarias de usarlo mujeres menores de 60 años con síntomas atribuibles a la menopausia (sofocos, sequedad vaginal,…)

 

 

Las únicas contraindicaciones son tumores dependientes de estrógeno (como el cáncer de mama o de endometrio), la enfermedad tromboembólica y la enfermedad hepática aguda.

Hay otras ventajas que podemos obtener al recibir el tratamiento hormonal, como la reducción del riesgo de enfermedad de Alzheimer y de enfermedad vascular arterial, la mejora del perfil lípídico (colesterol y triglicéridos en sangre) y el aumento del contenido de colágeno en la piel.

Es importante que el tratamiento sea supervisado por un especialista en Ginecología y que sea personalizado, como “un traje a medida” de la paciente, ya que no encontramos dos mujeres iguales, que vivan de igual forma ni tengan los mismos síntomas.

La duración del tratamiento es, como promedio, de unos cinco a siete años, si bien cada año, la ginecóloga evaluará la conveniencia o no de continuarlo o de sustituirlo por otra modalidad.

Antes de iniciar la terapia, es conveniente realizar una revisión ginecológica (citología, ecografía, exploración mamaria), una analítica de sangre y una mamografía, así como control de presión arterial y peso.

Las mujeres a las que no se les ha extirpado el útero, recibirán además de los estrógenos, una hormona llamada progesterona, de cara a prevenir la aparición de lesiones en el endometrio.

 

Podemos afirmar que el tratamiento hormonal

sustitutivo mejora la calidad de vida de las mujeres menopáusicas

y se ha demostrado que aumenta la esperanza de vida.